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El papel de las empresas en las pensiones privadas

Las grandes ex compañías públicas siguen concentrando el grueso de los instrumentos de ahorro colectivos

En pleno debate sobre el futuro del sistema público de pensiones y la cuantía de estas, toman relevancia las voces que reclaman potenciar los planes de empleo, es decir, los vehículos para jubilación que suscriben las empresas. Estos instrumentos, en los que pueden aportar tanto el trabajador como el empleador, pueden ser el complemento ideal a unas pensiones que prometen ir menguando.

La presidenta de la Comisión Parlamentaria del Pacto de Toledo, Celia Villalobos, ha animado a las empresas a “hacer un esfuerzo” y crear planes de pensiones para sus trabajadores, que les permitan en el futuro tener una pensión mayor garantizada.

También sindicatos y empresarios, tal y como se concluyó el pasado noviembre en una jornada de debate sobre el futuro del sector, organizada por CincoDías, coinciden en la necesidad de fomentarlos pero rechazan convertir en obligatorios los planes de pensiones de empleo.

Ciudadanos, por su parte, también opina que estos “deben mantener su naturaleza voluntaria para aquellos cotizantes que quieran acogerse a ellos y para aquellas empresas que quieran promoverlos”, según indican desde el grupo en el Congreso.

Las empresas públicas y Administraciones tienen restringidas las aportaciones desde el año 2012

Quien tiene claras las bondades de este tipo de instrumentos es José Luis Manrique, director de estudios del Observatorio Inverco: “Pensamos que el desarrollo del segundo pilar, al estilo de lo ocurrido en los países de nuestro entorno, sería el complemento perfecto a la pensión pública”. En su opinión, desde la Administración “se podría incentivar la obligatoriedad entre las empresas de ofrecer este tipo de planes a sus empleados, con posibilidad de estos de rechazar su inclusión.

Lógicamente sería necesario algún tipo de estímulo fiscal”. Y es que, a día de hoy, el denominado segundo pilar –la previsión colectiva privada– aún está en pañales en España.

Países de nuestro entorno llevan décadas desarrollando el segundo pilar del sistema de jubilación, estancado en España

Detrás de ese poco desarrollo se encuentra, entre otros factores –según Pablo Hernández, director comercial de Bankia Gestión de Activos–, la falta de conocimiento del producto en algunos casos, “lo que lleva a hacer creer a algunos empresarios que el constituir un plan de empleo supone asumir unos compromisos a futuro que supongan una enorme carga en situaciones de bajos beneficios empresariales, lo cual no es del todo correcto”.

Javier González Gugel, director de desarrollo de negocio retirement de Willis Towers Watson, cree que en los próximos años la demanda de este tipo de planes crecerá y que, por lo tanto, serán claves en las propuestas de valor al empleado. “No obstante, se deberá trabajar la incentivación fiscal, los incrementos salariales y la educación financiera al mismo tiempo”. En este sentido, asegura que “cada vez más empleados valorarán en su justa medida los paquetes de beneficios tal y como hemos constatado en nuestra experiencia con las empresas y sus empleados”.

“Son uno de los beneficios sociales más valorados por los trabajadores, tal como se extrajo en el Barómetro VidaCaixa de planes de empleo”, recuerda José Antonio Iglesias, subdirector general comercial de VidaCaixa. En concreto, el 86% de los encuestados creyó muy importante destinar parte de sus ingresos a planificar su jubilación.

En España hay 35.800 millones de euros invertidos a través de planes de pensiones de empleo, frente al patrimonio agregado de planes individuales, que asciende a 74.400 millones de euros. Sin embargo las aportaciones netas a los instrumentos colectivos llevan seis años en negativo y en ese tiempo han perdido 2.475 millones de euros, según cifras de Inverco. Además, el número de planes va descendiendo poco a poco.

Y eso pese a que su rentabilidad es tradicionalmente más atractiva que la de los instrumentos individuales. “Las comisiones de gestión y de depositaría son considerablemente más bajas que las de los planes individuales. Y esto afecta directamente en la rentabilidad”, analiza Pablo Hernández, director comercial de Bankia Gestión de Activos.

José Ángel de Mier, responsable de planes de empleo de Ibercaja Pensión, por su parte, achaca el mejor rendimiento a que “en los planes de empleo las comisiones de control tienen una visión muy clara de inversión a largo plazo, lo que les lleva a adoptar estrategias con mejores rendimientos esperados en un horizonte amplio de inversión, accediendo a activos alternativos que sin este enfoque son difíciles de introducir en una cartera”.

Los sectores que tradicionalmente han contado con este tipo de instrumento de ahorro colectivo son los que “por convenio se establecía en el pasado complementos obligatorios a la pensión pública, que se obligaron a instrumentalizar al inicio de los noventa a través de planes o seguros.

Estaríamos hablando de banca, eléctricas, telecomunicaciones”, explica De Mier. Y dentro de ellos, las empresas privatizadas. Tanto es así que algunos de los planes de empleo más importantes tienen como partícipes a los trabajadores de las expúblicas Telefónica, Endesa, Repsol o cajas convertidas hoy en bancos. Algunos de estos vehículos alcanzan rentabilidades anualizadas a 20 años –recordemos que están concebidos para el largo plazo– del 6%.

En cuanto a los planes de las Administraciones y empresas públicas, tal y como recuerda Antonio Méndez, consejero legal de Mercer, tienen restringidas las posibilidades de aportación por limitaciones presupuestarias desde el año 2012. Así, el fondo BBVA Empleo Doce, encargado de la gestión del ahorro de los trabajadores de la Administración General del Estado, con más de medio millón de partícipes, lleva años congelado.

No obstante, según Jaume Viladomiu, director de previsión empresarial de Banco Sabadell, hay buenas noticias ya que se han vuelto a abrir las posibilidades de realizar contribuciones tras la firma del acuerdo para la mejora del empleo público del 9 de marzo. “El siguiente paso es su consolidación y desarrollo en la Administración local, donde queda camino por recorrer.”

Si en las empresas en general aún queda mucho por recorrer, no digamos en las pymes, de hecho no llega al 1% la proporción de estos trabajadores que es partícipe de uno de estos planes.

El experto de Mercer recuerda que desde 2006 existe la figura de los planes de previsión social empresarial (PPSE) instrumentados a través de contratos colectivos de seguro “menos complejos, y que, en parte, viene supliendo estas limitaciones”.

No obstante, Viladomiu sí ve “un cambio de tendencia, mayor interés en la pequeña y mediana empresa” y se muestra optimista ya que “al tratarse de un beneficio social, el vínculo del empleado con la empresa se refuerza. Y eso a cualquier empresa, grande o pequeña, le interesa”.

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