Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

21 Mar, 2018

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Facebook enfrenta uno de los mayores escándalos de su historia, al revelarse el posible uso inapropiado de los datos de 50 millones de personas para fines políticos en Estados Unidos y Reino Unido. La información desató en redes sociales un movimiento para convencer a los usuarios de desinstalar de sus dispositivos las aplicaciones para ingresar a aquella plataforma.

#DeleteFacebook se convirtió en trending topic en el Twitter estadunidense, aunque no con la misma fuerza que adquirieron otros boicots, como el aplicado contra Uber hace un año, cuando su anterior CEO, Travis Kalanick, anunció que formaría parte del equipo de asesores del presidente Donald Trump (protesta parecida a la que se desató en México en 2016, durante los días del Doble Hoy No Circula, cuando el aumento excesivo de la tarifa dinámica inició el hashtag #BorraUber).

De hecho, a menos que el caso escale de manera espectacular, será difícil ver que millones de facebookeros comiencen a deshacerse de sus cuentas. Como bien sugiere John Biggs, colaborador del portal TechCrunch, son demasiadas todavía las ventajas emocionales que proporciona la empresa de Mark Zuckerberg de manera “gratuita”: nos brinda una sensación de estar conectados frente a la ausencia de interacción en el mundo real y alimenta nuestro ego por medio de likes.

Sin embargo, en su artículo publicado el lunes en ese sitio y titulado “#deletefacebook”, Biggs reflexiona sobre las inconveniencias de seguir perteneciendo a esa red, particularmente la inutilidad de conservar ahí publicaciones viejas que en esencia no nos sirven para nada, pero que son oro molido para quienes hacen negocio gracias a la recolección de datos: opiniones de asuntos coyunturales, fotos nuestras de cuerpo entero y de nuestros rostros en todos los ángulos posibles, la bitácora de nuestros viajes, el registro de nuestra asistencia a conciertos, estrenos de películas, partidos de futbol y un largo etcétera de informaciones con las que alimentamos inconscientemente esa biografía digital.

Se trata de datos que difícilmente consultaremos otra vez, que nadie más leerá –a menos que nos stalkeen– y que le sirven a Facebook para los posts automatizados con los que nos recuerda cada vez que cumplimos un año de habernos hecho amigos de alguien. Pero que flotan en el ciberespacio a la espera de ser utilizados por empresas de análisis y mercadotecnia para dirigirnos publicidad personalizada (o, propaganda política, como habría hecho la firma británica Cambridge Analytica en favor del Brexit y de Trump).

Ciertamente, borrarnos por completo de Facebook no es tan sencillo como desinstalar la app de Uber. En principio, porque para muchos es difícil desprenderse de elementos que, aun virtuales, representan un alto valor sentimental. Es como las miles de fotografías que tomamos en el celular y que nos cuesta trabajo eliminar aun cuando muchas de ellas son sólo ligeras variaciones de un mismo momento, y del cual valdría la pena conservar una sola instantánea, como hacíamos en papel.

Aunque hoy existen servicios como el sueco Deseat.me, que ofrecen borrar prácticamente de un clickazo todo nuestro historial en sitios de internet, muchos preferiríamos hacer una curaduría de todo aquello que sí queremos conservar y tirar a la basura lo que potencialmente sería utilizado en nuestra contra. Lamentablemente, Facebook no ofrece opciones muy prácticas para eliminar varias publicaciones en un solo paso. Una de ellas es acudir a la herramienta On This Day, en la que se requiere que el usuario diariamente consulte ahí lo que publicó en años anteriores y vaya borrando cada post que quiera uno a uno, lo que representa una inversión de tiempo que no todo mundo tiene.

Biggs revela que optó por una opción que, curiosamente, pone en manos de Google, archirrival de Facebook, facilitar esa tarea. Se trata de una extensión del navegador Chrome llamada Social Book Post Manager, que se instala fácilmente y que se encarga de escanear todas nuestras publicaciones y filtrarla con criterios de palabra clave, así como año y mes de posteo, para luego desecharlas sin piedad.

Suena como al argumento de la película Eterno resplandor de una mente sin recuerdos: una tecnología que ofrece la fantasía de retener la vida que sí queremos y eliminar de tajo la que preferiríamos que nunca hubiera existido, para que no esté a la vista de los intrusos que exploran todo lo que se oculta en nuestras memorias caché.

                marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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