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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

En banca, el tamaño es importante

La creciente internacionalización de la banca puede contrarestar los perjuicios que una alta concentración en el sector tiene para el consumidor

AFP

El proceso de reestructuración de la banca española que comenzó tras la crisis financiera de 2008 ha implicado una serie de fusiones y adquisiciones que han modificado el panorama financiero drásticamente reduciendo a un total de 11 bancos (ocho cotizados), los más de 60 existentes hace una década. Principalmente, haciendo desaparecer, en su práctica totalidad, a las cajas de ahorros, y concentrando la mayor parte de los activos bancarios en unas pocas entidades.

Dicho proceso, alentado por el Banco Central Europeo (BCE), continúa y la última fusión anunciada es la de Bankia y CaixaBank. Aunque ya en 2012, siendo Rodrigo Rato presidente de Bankia, hubo un intento fallido, todo indica que esta vez la fusión se llevará a término y parece que no será la única, pues es posible que otras entidades respondan para ganar cuota de mercado ante este nuevo escenario.

La banca española vive desde hace años una crisis de rentabilidad en un escenario de tipos de interés muy bajos. Por otro lado, la actual crisis originada por la pandemia de la Covid-19 y las perspectivas de recesión sin precedentes sin duda agravarán esta situación, por lo que parece necesario reforzar al sector. Europa ve con buenos ojos esta fusión entre Bankia y CaixaBank pues, previsiblemente aumentarán su solvencia y eficiencia, aprovechando economías de escala e incrementando su cuota de mercado. Por ejemplo, aumentando la base de clientes (entre las dos sumarían más de 20 millones), diversificando las fuentes de ingresos (Bankia está más orientada a los créditos hipotecarios mientras que CaixaBank se centra en créditos a empresa y de consumo), y reduciendo costes mediante la unificación de servicios centrales o la reducción del número de sucursales. El tamaño es clave para ganar competitividad en el sector, pero ¿se convertirá la nueva entidad en un too big to fail?

Habrá que esperar para comprobar si el nuevo banco surgido de la fusión es clasificado como banco sistémico. Actualmente, el único banco español considerado por la Financial Stability Board (FSB) como un Global systemically Important Bank (G-SIB), es el Santander. Los G-SIBs son entidades que, debido a su tamaño y complejidad, se les exige una mayor capacidad de absorción de pérdidas potenciales, pues su quiebra podría afectar a todo el sistema y dañar la economía mundial (podemos recordar cómo los efectos de la quiebra de Lehman Brothers en 2008 no se limitaron a Estados Unidos). Los gestores de bancos sistémicos, o demasiado grandes para caer, sufren de un riesgo moral sabedores de que, a pesar de su mala gestión, eventualmente, serían rescatados debido al impacto que supondría en la economía real la caída de una entidad de este tipo.

Es probable que técnicamente, la unión de Bankia y Caixa no llegue a clasificarse como G-SIB, ya que en términos de activos totales tendría un tamaño considerable; no obstante, su negocio, a diferencia del Santander y BBVA se encuentra muy concentrado geográficamente en España y, por lo tanto, también su riesgo.

Si bien las fusiones pueden dar lugar a entidades más solventes, eficientes y rentables; otra consecuencia es la creciente concentración del sector bancario.

Los tres mayores bancos en activos (Santander, BBVA y CaixaBank), aglutinan aproximadamente un 60% de los activos totales del sector en España. La cuota aumentaría a más de un 72% tras la fusión. Si medimos la concentración del volumen de activos nacionales usando el índice Herfindahl-Hirschman (HHI), que es el indicador de referencia más aceptado, este indica una concentración moderada. Este índice se calcula elevando al cuadrado la participación de cada entidad sobre el total de activos nacionales y sumando todas las cantidades resultantes. Según el HHI, un monopolio tendría un valor aproximado de 10.000, valores inferiores a 1.000 son indicativos de baja concentración y por encima de 1.800 indican alta concentración. El HHI de los diez mayores bancos españoles se encontraría en 1.500 aproximadamente, indicando, por tanto, una concentración moderada de los activos bancarios españoles. Sin embargo, tras la fusión, ascendería a unos 1.900, lo que ya puede considerarse como una alta concentración del sector.

Ante este escenario, podemos preguntarnos si es buena la concentración bancaria para el consumidor y el contribuyente. Y la respuesta es que, en principio, el aumento de la concentración bancaria, dentro de un mercado oligopolístico, con elevadas barreras de entrada consecuencia de la alta regulación como el bancario, podría afectar negativamente al consumidor, debido a la falta de competencia; pues los bancos tendrían menores incentivos para ofrecer mejores productos y servicios a sus clientes. Respecto al contribuyente, a mayor tamaño del banco, mayor riesgo sistémico y mayor probabilidad de que, en caso de quiebra, se produzca un rescate (aunque ya hemos comprobado que no solo se rescatan a los grandes).

No obstante, la creciente internacionalización de la banca podría contrarrestar este posible efecto negativo para los consumidores. Por otro lado, la aparición de nuevos agentes (Fintech) hace que la banca tradicional deba mejorar sus servicios adaptándose a las nuevas formas de operar si pretende seguir siendo competitiva. A modo de anécdota, me ha llevado cuatro minutos abrirme una cuenta online que cubre todas mis necesidades, tengo hasta un bróker efectivo.

En definitiva, la banca tradicional necesita mejorar su rendimiento, solvencia y eficiencia; y las fusiones que se avecinan podrán contribuir a esto. Pero, sobre todo, necesita ser capaz de ofrecer a sus clientes lo que demandan y para ello tendrá que reinventarse.

Laura Baselga es Profesora de Finanzas de Deusto Business School

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