Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

14 Jun, 2021

El futuro del dinero no está en el bitcoin

 

 

En el último mes hemos visto moverse mucho el tema de las criptomonedas. Desde los desplomes que ha tenido el bitcoin por los especuladores como Elon Musk, hasta la decisión del gobierno de El Salvador para que su Congreso aprobara una ley que lleva a que esta moneda virtual sea legalmente aceptada por todos en ese país, lo que puso en el foco a América Latina como una de las regiones más avanzadas en la adopción de la moneda digital.

Desde mi punto de vista, los giros desmedidos del bitcoin en lo que va de este año han asegurado una cosa: el futuro del dinero será digital, pero no se parecerá ni remotamente a una utopía cyberpunk, como se ve con la moneda virtual más usada hasta ahora. Esta rebelión del pueblo frente al establishment se inclinará ante el poder de los bancos centrales.

La manía y el pánico que se han apoderado de las criptomonedas descentralizadas están aumentando la atracción de sus próximos rivales: el efectivo digital, pero emitido por los bancos centrales. Estos tokens serán serios, centralizados y controlados por el Estado. Eso es exactamente lo que los usuarios querrán en el mundo del internet de las cosas, donde las máquinas necesitan resolver reclamaciones entre sí todo el tiempo, instantáneamente, pero sin contribuir al calentamiento global.

Las monedas electrónicas oficiales serán un nuevo tipo de pasivo del banco central, junto con el efectivo físico, aunque para los inversores que apuestan por el valor futuro del dólar, el yen o el euro, no serán una nueva clase de activos. Para muchos especialistas, el que los bancos centrales tengan sus propias monedas virtuales tiene ventajas, principalmente en dos áreas: control ante las especulaciones y que sus demandas serán mucho menos onerosas sobre los recursos energéticos que las de las actuales criptomonedas.

En ausencia de un intermediario confiable, el protocolo de “minería”, que mantiene a la cadena de bloques a salvo de ataques de doble gasto, requiere hardware que consume mucha energía. Entre Bitcoin y Ethereum, la electricidad consumida podría iluminar 16 millones de hogares en EU. Y aunque, como creo, la apuesta de El Salvador va más por minar que por establecer una bitcoinización de la economía con sus fuentes energéticas, como los volcanes activos en el país, aun así no veo al bitcoin como la moneda del futuro.

Los gobiernos no quieren que se vayan de sus manos los libros de contabilidad en el tema de las monedas digitales y, ante ello, seleccionarán a un grupo selecto de intermediarios con permisos del banco central para llevar el conteo de transferencias.

En lugar de estar en una carrera para resolver acertijos más rápido que los actores maliciosos, como vemos con las criptomonedas descentralizadas, los nodos de la red pueden bloquear sus propios fondos para respaldar transacciones legítimas.

Tal vez una autoridad central pueda administrar mejor dicha red de intercambio de monedas. Después de todo, aquellos que están garantizando transacciones deben tener la confianza y deben asegurarse de que se haga legalmente. Chi Lo, economista Senior de BNP Paribas Asset Management Asia, lo explica bien: “La identidad de un titular es inevitablemente necesaria para la verificación de los saldos en un libro de contabilidad digital. ¿Quién tiene la identidad legal de los tenedores de monedas? ¡El gobierno!”.

Los bancos centrales que no están limitados por la cantidad de dinero fiduciario que pueden crear de la nada usan esa flexibilidad para evitar una catástrofe, como lo hicieron recientemente durante la pandemia de covid-19. Por el contrario, una economía bitcoinizada puede ser peligrosa, debido a la oferta monetaria finita. Como dice Lo, si se fijan las variables nominales, la producción real tiene que ajustarse violentamente para absorber cualquier impacto económico.

Además, algo que afecta mucho a los gobiernos en el tema de las criptomonedas descentralizadas como las que se usan hoy en día es el anonimato perfecto, el cual no es nada práctico. Viene con riesgos inaceptablemente altos como el de lavado de dinero y financiamiento del terrorismo. Hay que recordar que en la mayoría de los hackeos y secuestro de máquinas o robo de información, los rescates se solicitan en moneda virtual, justo por ese anonimato. Como siempre digo, la buena encriptación, seguridad y anonimato del bitcoin es su propia cuerda en la horca del futuro.

Los gobiernos no quieren inmiscuirse en todas, ni siquiera en la mayoría de las transacciones en línea, pero no renunciarán a su derecho de controlar las transacciones financieras como quieran y les convenga. De ahí el interés mundial por el efectivo digital. Los planes de China son los más avanzados, pero otros bancos centrales también están en la refriega, y México ya ha entrado a esta etapa de análisis. Ya veremos qué pasa en los próximos meses.

 

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