El teletrabajo, las ‘apps’, el coworking, la robotización, por mencionar solo unas herramientas, aceleraron su expansión durante la pandemia y con ellos el mundo vive hoy el cambio de paradigma en la relación laboral, que gobernaba desde la revolución industrial.
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Fernando Escandón, de Escandón Abogados, explica que lo que sucede es que tomó impulso una tendencia que ya venía, la tecnología está supliendo las necesidades frente a las nuevas tareas, y ello implica que mucha gente será reemplazada: las secretarias, los dependientes judiciales, vigilantes (en su forma tradicional) y, aunque suene irónico, los mensajeros.
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Y es que esas compañías de aplicaciones de envíos muy pronto empezarán a usar robots o autos autónomos, así que la cuarta revolución industrial también genera muchos cambios, explica el experto.
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Hoy existen nuevos empleos como operador de dron usados en construcción de obras de infraestructura como puentes; expertos en revisar páginas de internet, comercio, mercado y negocios digitales, son labores que no existían y que cada día demandan más mano de obra, que no requiere adecuación de puestos de trabajo, sino tecnología, anota Escandón.
“Sin embargo, la mayoría de los trabajos implican contacto personal. Aunque la tecnología suple en parte esta exigencia, los individuos siguen necesitando reunirse para intercambiar ideas. Algunas reuniones pueden sustituirse por videoconferencias o foros online. Las redes sociales servirán para que equipos geográficamente distantes discutan puntos de vista. Pero seguirá existiendo la necesidad de contar con un espacio para reuniones presenciales. De modo que una misma oficina será aprovechada por diversas personas en distintos momentos y con diferentes propósitos. Estos espacios de trabajo definidos por la actividad permitirán que las personas se desplacen de un punto a otro del edificio en función de la tarea que estén realizando”, señala Peter Thomson coautor del libro El Trabajo del Futuro, en un artículo escrito para el BBVA OpenMid, en Inglaterra.
ARL son protagonistas
Las nuevas formas de las relaciones laborales hicieron que se generaran muchos y grandes cambios lo que tomó por sorpresa a la humanidad.
En Colombia si bien hay una legislación para el teletrabajo, al volcarse la gran mayoría del aparato productivo a los hogares, se volvió complejo por no decir imposible, que las Administradoras de Riesgos Laborales (ARL) y el Ministerio de Trabajo realizaran una visita a comprobar las adecuaciones de cada empleado en su hogar, el correcto estado del sitio de trabajo y el nivel de riesgo que puede tener en ese lugar.
Por lo tanto, se permitió temporalmente no el teletrabajo, sino el trabajo en casa. Hoy, en momentos en que las ciudades están otra vez casi en normalidad, “es recomendable que las empresas que van a mantener esquemas de alternancia o teletrabajo, comiencen a gestionar ante sus ARL y el Mintrabajo, las autorizaciones para este tipo de relación laboral”, anota Fernando Escandón.
Las ARL ya hacen la inspección remota, por video y no es un tema complejo, el asunto es que las empresas tienen que tener claro el modelo. Algunos dudan por el costo de mantener unas instalaciones si el personal no va a acudir, el costo de la tecnología para mantenerse conectados y como diría Alvin Toffler en su libro La tercera ola, existe una natural “resistencia al cambio”, pues no hay un control directo sobre “dónde y qué está haciendo mi empleado en este momento”.
Con la conectividad, las tecnologías de la información sufrieron una rápida transformación y generaron empleos que no existían y, por supuesto, están destruyendo algunos que fueron básicos en el largo reinado de la industrialización.
Hoy, las compañías pueden tener freelance, smart working (la empresa lleva a los empleados la tecnología necesaria que los ayude a ser más productivos, eficaces y creativos), el teletrabajo, el trabajo remoto, el coworking (permite a independientes, emprendedores, y empresas de diferentes sectores, compartir un mismo espacio de trabajo, tanto físico como virtual, para desarrollar sus proyectos profesionales de manera independiente).
Casi todos los términos son familiares, lo que sucede es que ahora se vuelven cotidianos. Las empresas de servicios, entienden que no requieren invertir en activos fijos (oficinas), cuando sus colaboradores pueden cumplir sus objetivos desde cualquier punto, y que solo requieren un lugar para reuniones o trabajos esporádicos que pueden rentar solo por el tiempo que lo usen, o acceder a una pequeña instalación satélite con salas de reuniones y un pequeño número de sitios de trabajo para cuando alguien deba estar en la oficina.
Así las legislaciones laborales en casi todos los países del mundo comienzan a quedarse atrás respecto a lo que se requiere para regular el trabajo.
Las personas ya no laboran por contratos de ocho horas en un lugar, sino que pueden cumplir sus objetivos desde su hogar, con lo cual si bien se vuelven más productivos, también sufren un mayor desgaste por menos fronteras entre lo personal y lo laboral.
La palabra ‘exclusivo’ sale del escenario en temas como el freelance y el trabajo por objetivos, pues el profesional decide cuándo y con quién trabaja, pudiendo tener varios jefes al mismo tiempo.
Claro, trae enormes responsabilidades para los trabajadores: ahora cada uno es su propio gerente y deberá empezar a pensar en cómo ahorra para su vejez o su retiro, desea el actual sistema de AFP o pensión de entidad del Estado, o tiene su propio plan.
Qué servicios y pólizas de seguridad social en salud desea tener, y cuál ARL le conviene de acuerdo con su trabajo.
El Estado deberá regular para el nuevo mercado y lograr que los contratos garanticen un mínimo vital que incluya esos gastos que hasta hoy son en un porcentaje importante responsabilidad del empleador.
Los nuevos talentos
Empezarán a volverse familiares nombres como: analista de quantum machine learning, detective de datos, desarrollador de dispositivos wearables, facilitador de IT, especialista en ecommerce, profesional de salud mental, walker talker (contratados para pasar tiempo con clientes mayores), experto en edge computing, analista de smart cities, entrenador de bienestar financiero, Diseñador UX, y piloto de dron.