Far Cry 6, un estereotipo de Cuba que convierte al villano de Breaking Bad en un dictador desalmado

En 1953, Fidel Castro, preso por el asalto al cuartel de la Moncada en Santiago de Cuba, cerraba su célebre alegato La historia me absolverá citando -paradójicamente- a uno de los padres del liberalismo clásico: “John Locke, en su ‘Tratado de gobierno’, sostiene que cuando se violan los derechos naturales del hombre, el pueblo tiene el derecho y el deber de suprimirlo o cambiarlo”.

Esta idea, que el filósofo inglés representó en la figura de “apelar al cielo” en su Ensayo sobre el gobierno civil en 1690, apareció una y otra vez en la historia bajo diversos ropajes. La saga Far Cry de la desarrolladora francesa Ubisoft retoma uno de ellos, siglos después y con un desenvolvimiento brutal de la industria del entretenimiento.

Far Cry 6 es un videojuego de acción con fuerte presencia narrativa. Cuenta la historia de Yara, una isla ficticia ubicada en el caribe, gobernada por un dictador fascista: “El Presidente” Antonio Castillo, interpretado por Giancarlo Esposito (Gus Fring en Breaking Bad). La grotesca metáfora juega con una ambivalencia que permite que el antagonista sea Fulgencio Batista, el dictador cubano que precedió a la revolución castrista, o el mismo Fidel Castro que permaneció 50 años en el poder.

Ubisoft, enamorada en exceso de la idea romántica de la revolución (también apela a la insurgencia en Watchdogs), hilvana una historia donde no parecen haber condicionamientos externos ante un cruento régimen que, a fin de cuentas, se resume al sketch de las dictaduras por excelencia: una persona mala que simplemente está enferma de poder.

Todo condimentado con una excesiva dosis de violencia glorificada: el juego en primera persona nos hace manejar a Dani, una chica que quería escapar a Miami en una precaria balsa -sí, a Miami, en balsa- y que tuvo la mala suerte de truncar su destino en otra punta de la isla tras un naufragio. Sin tener el perfil de una guerrillera, se une a un grupo que se abre camino partiendo cráneos con machetes e incendiando militares con lanzallamas.

La saga Far Cry, que debutó en 2004, se caracterizó desde sus orígenes por situar a los personajes en “escenarios exóticos” con dominancia de escenografías naturales, siempre con un hilo conductor: nuestro personaje tiene que lidiar con sistemas de gobierno poco apegados a las instituciones.

En este sentido, Far Cry 6 es, para muchos críticos, “más de lo mismo”. Lo cual suena a una crítica injusta: ¿Por qué sería esto un problema? A fin de cuentas, si uno pide una “gaseosa cola”, está esperando recibir siempre la misma lata roja, bien fría.

El conflicto no aparece por la iteración (repetición que, cada vez que sucede, aporta algo distinto a su predecesora), sino en una fórmula que hace agua en dos frentes clave: en la historia y en la jugabilidad.

En la historia, porque repite los clichés de estudio europeo que ejercita una etnografía de lo exótico construyendo una otredad incivilizada en Latinoamérica aislada del mundo. Las dictaduras en los países subdesarrollados parecen gestarse ex nihilo (de la nada) por las locuras de un antagonista. No hay ni una gota de geopolítica.

En la jugabilidad, Far Cry 6 parece una plantilla calcada de su predecesor, donde se mantienen los mismos problemas: infiltrarse en una base militar para tomarla entusiasma poco, el sigilo plantea pocos desafíos y el gunplay (esto es, cómo se siente la mecánica “shooter” de las armas y los disparos) es muy chato al lado de otros juegos en primera persona.

Es decir, a la mecánica rectora del juego le falta algo. Y ese algo es muy difícil de explicar: se siente en el mouse y el teclado (o el control), o no se siente.

Esposito, el acierto y el sentido del juego

Más allá de su sinsabor estructural, Far Cry 6 tiene dos aspectos a favor. En primer lugar, su apartado gráfico: es un juego que se ve como algo distinto a la generación anterior. El nivel de detalle de los escenarios, los atardeceres, las playas de Yara y los personajes son algo distinto a lo que venimos jugando durante los últimos años.

Y, por otro lado, la dirección del juego dio en el blanco con un personaje que todos reconocemos: Giancarlo Esposito. El antagonista del juego es un dictador que, sin muchas diferencias con el personaje de la exitosísima serie de AMC (quien también es un personaje malvado en el universo warsie de Mandalorian), encarna a la perfección toda la maldad posible en una sola persona. 

Más allá de su problemática concepción histórica, Ubisoft acertó con la elección del personaje, que está capturado con un nivel de realismo que denota que las desarrolladoras están realizando juegos con la cabeza en la nueva generación que PlayStation 5 y Xbox Series inauguraron el año pasado.

"Su padre fue un dictador antes que él y quiere empoderar a las personas para que recuperen su país. Su objetivo es utilizar los recursos que tienen dentro del país, los científicos, su propiedad intelectual entre otros", explicó el propio Esposito en una entrevista al describir a su personaje. Un linaje directo de maldad.

Giancarlo Esposito en un videojuego encarna al Gobierno en una de sus formas más atroces, la de la dictadura. Y si hay alguien que sabe transmitir escozor, ese es “El Presidente” que construyó Ubisoft.

Manejar a Dani en la isla de Yara se torna, si nos metemos de lleno en la historia del juego, una necesidad: la de hacerle caso a Locke, quien creía -a diferencia de Thomas Hobbes- que la rebelión era lícita y hasta casi obligatoria cuando el Estado no cumple con las obligaciones que tiene con sus ciudadanos.

Ubisoft construye así un mundo ficticio que nos lleva de la mano en las misiones con la posibilidad de armar un impresionante arsenal para materializar una idea: la de frenar a un tirano. La misma idea que usó Fidel Castro para derrocar el 1 de enero de 1959 al régimen de Fulgencio Batista: “Apelar al cielo”, en palabras de John Locke.

Quizás sería interesante que el descomunal espectáculo gráfico que Far Cry 6 despliega estuviese acompañado de una asistencia histórica menos estereotipada, más si se piensa que se trata de la misma compañía que publica Assassin’s Creed, saga conocida por desarrollarse junto a un equipo interdisciplinario de historiadores, sociólogos y antropólogos.

Mientras tanto, Yara espera ser liberada de “El Presidente”, en un gameplay ​chato pero con quizás uno de los mejores antagonistas que Ubisoft haya diseñado para un videojuego.

Far Cry 6 sale este 7 de octubre en Playstation 4 y 5, Xbox One y Series, y PC.

Far Cry 6: requisitos para PC

• Placa de video (GPU): EVGA GeForce RTX 3060 de Nvidia
  
• CPU: AMD Ryzen 5 3600X
  
• Ram: 16 GB
  
• Resolución: 2K (2560x1440)
  
• SSD Kingston KC2500
  
• Promedio FPS: 70-75 (in game) / 30 (cinemáticas)

SL