En la playa del bitcoin de Portugal no existe el invierno de las criptomonedas

Las playas del sur de esa nación europea son un punto de encuentro de quienes mantienen la fe en las divisas electrónicas a pesar del fuerte descenso en su cotización

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Ingreso a Meia Praia, más conocida como "la playa bitcoin" en Lagos, Portugal  (Rodrigo Cardoso/The New York Times)
Ingreso a Meia Praia, más conocida como "la playa bitcoin" en Lagos, Portugal (Rodrigo Cardoso/The New York Times)

LAGOS, Portugal — El bar de bitcoin Bam Bam Beach, en una playa casi vacía al suroeste de Portugal, es el punto de reunión.

Para llegar ahí, debes conducir más allá de un muelle lanchero, hoteles costeros y edificios de departamentos, luego te estacionas cerca de un restaurante de mariscos poco ajetreado y caminas por un sendero de madera que atraviesa una duna de arena. Banderas amarillas con el símbolo de bitcoin se mueven en el viento. Se escuchan conversaciones sobre criptomonedas y un futuro descentralizado.

“Las personas siempre tienen dudas sobre cuándo comprar y cuándo vender”, comentó Didi Taihuttu, un inversionista neerlandés que se mudó a la ciudad este verano y es uno de los propietarios de Bam Bam Beach. “Nuestra solución a eso es apostarlo todo”.

Didi Taihuttu, en el centro, un gurú de las criptomonedas y socio de  Bam Bam Beach, un popular bar en Meia Praia
Didi Taihuttu, en el centro, un gurú de las criptomonedas y socio de Bam Bam Beach, un popular bar en Meia Praia

Sentada en la arena cerca de ahí, Katherin Bestandig, otra clienta asidua del bar, declaró: “Todo es posible si eres valiente”.

El bar y la comunidad de unos 150 criptoentusiastas en la ciudad de Lagos son una burbuja de optimismo en medio de lo que se ha llegado a conocer como el “invierno de las criptomonedas”. Este verano, criptomonedas como el bitcoin y el ether se desplomaron, y criptoempresas como el banco experimental Celsius Network se declararon en quiebra a medida que los temores relacionados con la economía global abatieron el valor de los activos de riesgo. Miles de inversionistas se vieron afectados por el colapso. El precio del bitcoin, que llegó a su precio máximo de más de 68.000 dólares el año pasado, sigue sin recuperarse de su descenso del 70 por ciento.

Pero en este idilio a la orilla del mar, la confianza en las criptomonedas no se ha atenuado. Todos los viernes, unos veinte visitantes de Europa y de otros países se reúnen en Bam Bam Beach para compartir su fe inquebrantable en las divisas digitales. Su ánimo y positividad perduran en todo Portugal y en otros criptonúcleos del mundo, como Puerto Rico y Chipre.

“No vendemos”, afirmó Paulo Estevão, un operador de criptomonedas, mientras almorzaba en un restaurante en la ciudad playera portuguesa de Ericeira, donde se reúne cada semana con otros tres amigos que invierten en criptomonedas. Comentó que su cartera de criptodivisas se había devaluado un 80 por ciento desde su punto máximo, pero agregó: “Voy a invertir más”.

Los creyentes del mundo cripto que acuden a Bam Bam Beach confirman que seguiran inviertiendo en criptomonedas a pesar de las fuerte baja en su cotización de los últimos meses
Los creyentes del mundo cripto que acuden a Bam Bam Beach confirman que seguiran inviertiendo en criptomonedas a pesar de las fuerte baja en su cotización de los últimos meses

En Europa, Portugal ha sobresalido como uno de los centros más grandes de inversionistas y entusiastas de las monedas digitales. Muchos criptopartidarios vinieron a este país debido a que el gobierno no grava las ganancias derivadas de las divisas virtuales, a diferencia de Italia y Francia. También ayuda que el clima es hermoso, el costo de vida es bajo y la residencia es fácil de obtener. Vanguard Properties, una empresa inmobiliaria en Portugal, indicó que había vendido al menos 10 propiedades de lujo a “criptofamilias” desde el año pasado. (Sifted.eu ya había informado sobre estas ventas).

En ciudades costeras como Ericeira y Lagos, las tiendas y los restaurantes demuestran su aceptación de las monedas digitales al permitir pagos con bitcoin. Lisboa, la capital, se ha convertido en una incubadora para empresas emergentes relacionadas con las criptomonedas como Utrust, una plataforma de pagos con criptomonedas, y Immunefi, una empresa que identifica las vulnerabilidades de seguridad en redes descentralizadas.

“Portugal debería ser el Silicon Valley del bitcoin”, proclamó Taihuttu. “Tiene todos los ingredientes”.

Sin embargo, el gobierno portugués podría socavar el estatus del país como el eje de las criptomonedas. En mayo, Fernando Medina, el ministro de Finanzas, mencionó que el gobierno estaba considerando gravar los ingresos en criptomonedas como hace con los ingresos ordinarios y “pretende legislar en este ámbito”. Se podría conocer una decisión el próximo mes, cuando Portugal publique su presupuesto anual.

El ministro de Finanzas se rehusó a hacer comentarios sobre los planes gubernamentales.

Por ahora, Portugal sigue siendo popular entre los optimistas y los comerciantes novatos que tratan de usar las inversiones en criptomonedas para viajar y vivir sin un empleo tradicional. Con el dinero que ganaron cuando las valuaciones de las monedas digitales estuvieron por los cielos en los últimos años, este grupo ha hecho de Portugal un punto de encuentro.

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Muchas personas en Lagos han llegado al bar de Bam Bam Beach, inspiradas por Taihuttu, de 44 años. En 2017, vendió casi todas sus pertenencias en los Países Bajos para invertir en bitcoin. En aquel entonces, el precio de un solo bitcoin era de unos 900 dólares, en comparación con los 19.000 dólares de la actualidad. Luego, junto con su esposa y sus tres hijas, quienes no han estado en un sistema de escolarización formal desde 2017, viajó a 40 países, registrando cada uno de sus pasos en redes sociales. Se autodenominaron “la familia del bitcoin”.

Cuando los medios de comunicación empezaron a cubrir la historia de su familia, los seguidores de las cuentas de Taihuttu en redes sociales se dispararon, por lo que se convirtió en un influente y una fuente de consejos de inversión. Un equipo de filmación documental lo ha seguido por lapsos intermitentes durante los últimos 18 meses. Este verano, se instaló en Portugal y no tardó en convertirse en una especie de embajador para su criptoindustria.

Entre sus objetivos está convertir a Meia Praia, la playa donde se ubica Bam Bam Beach, en la “playa del bitcoin”. Está en busca de una propiedad cerca de ahí para crear una comunidad de creyentes.

Casi todos los presentes en Bam Bam Beach tenían una historia de haber sido estafados o haber perdido dinero en acontecimientos como el colapso de Mt. Gox, una casa de cambio de criptomonedas que se declaró en bancarrota en 2014, tras enormes pérdidas injustificadas de bitcoin.

Si el precio de las monedas digitales no se recupera, “muchos de ellos tendrán que volver a trabajar”, dijo Clinton Donnelly, abogado tributario estadounidense especializado en criptomonedas, sobre algunos de los presentes en Bam Bam Beach.

Aun así, Donnelly y otros clientes asiduos del bar afirmaron que su fe en las criptodivisas seguía intacta.

Thomas Roessler, ataviado con una playera negra de bitcoin y una cerveza en la mano “inspirada en” la criptomoneda, dijo que había venido a la ciudad con su esposa y sus dos hijos pequeños para decidir si querían mudarse a Portugal desde Alemania. Invirtió en bitcoin por primera vez en 2014 y, más recientemente, vendió un pequeño apartamento de alquiler en Alemania para invertir aún más.

A Roessler le preocupaba la caída del valor de las criptomonedas, pero afirmó que estaba convencido de que el mercado se recuperaría. Si se mudara a Portugal podría pagar menos impuestos y darle a su familia la oportunidad de comprar una vivienda asequible en un lugar con clima cálido, comentó. Visitó el bar para aprender de otras personas que ya habían tomado esa decisión.

“No hemos conocido a muchas personas que vivan así”, relató Roessler antes de comprar otra ronda de tragos y pagarla con bitcoines.