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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Musk y Twitter, un matrimonio que simboliza los tiempos modernos

Que Twitter acabe en manos de Elon Musk se puede interpretar como un capricho del destino o como un signo de los tiempos. Si Facebook ha sido el icono de la desinformación dirigida con precisión, Twitter es el símbolo del salvaje Oeste, donde las noticias falsas se lanzan cual bombas racimo. La red social ofrece hechos, análisis y opiniones de los mayores expertos en cualquier asunto que se tercie... Pero antes hay que encontrarlos en una selva de comentarios inanes, troles y desinformación.

Desde ayer está en manos de Elon Musk. El sudafricano es un ingeniero y empresario tan brillante como extravagante, y si algo define su trayectoria es el exceso y un respeto por las normas cuando menos elástico. Empezando por su cuenta de Twitter: a golpe de emoji hacía subir y bajar las cotizaciones de las criptodivisas en plena pandemia.

Antes de eso, en 2010, fue multado con 35 millones de euros y obligado a dejar de presidir Tesla tras publicar que tenía financiación para lanzar una opa de exclusión sobre Tesla a 420 dólares (oferta que no lanzó). Y en las últimas semanas, mientras él compartía sus ideas sobre una eventual salida negociada a la guerra de Ucrania, argumentaba que el Pentágono debería cubrir el coste del uso de su red de satélites Starlink, crítica para las fuerzas de Kiev. La realidad pantanosa y cambiante que representa Twitter se ajusta cual guante al perfil de Musk.

Otra cosa es para el resto del mundo. Está por ver en qué se traduce la intención de Musk de “ayudar a la humanidad”. Un buen arranque sería que los algoritmos de la red social no fomenten la controversia entre los usuarios (como también hace el software de Youtube y otras plataformas) como mecanismo para retenernos pegados a la pantalla. Los masivos recortes de empleo que se han publicado en algunos medios no ayudarán a moderar o limpiar la red de mentiras o insultos.

Twitter se autodefine como la plaza pública donde se intercambian opiniones. Más allá de si se subestima o se sobreestima su capacidad de formar opinión, dicha capacidad existe. Al igual que el control de Starlink tiene implicaciones geoestratégicas, el de Twitter tiene derivadas sobre la propia democracia. Y hay condicionantes directos, aun obviando el carácter y el historial de Musk. El jefe de Tesla ha defendido la libertad de Donald Trump de usar Twitter (aun para alentar un golpe de Estado), pero está por ver cómo combina estos planteamientos con sus intereses de negocio en China, donde no hacen mucha gracia las redes sociales extranjeras y Tesla tiene un cuarto del negocio.

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